El 8vo: Quinta Edición.
Crónica por Elsie Oseguera
El día del maestro, marchas por doquier y en casi todas las calles del centro. Pero al fin, llegamos al Museo de Memoria y Tolerancia. Un sol increíble y la contaminación al máximo.
Entramos con nuestras credenciales de estudiantes y la entrada a la exposición Así soy costó 15 pesos.
Al entrar, los colores y las figuras geométricas inundan la sala. Explicaciones e indicaciones en braille y pantallas con explicaciones en lenguaje de señas.
Al entrar, te explican de qué va la exposición; qué buscan plantear y con lo que esperan que salgas. Agradecen a sus colaboradores y patrocinadores.
En los pasillos de la exposición, los colores no son lo único que inundan los pasillos. Hay gente por doquier, pero no se siente llena la sala.
Se siente una cierta obligación en los jóvenes que se vieron impuesto a ir por los maestros. Pero hay caras felices, interés en los ojos de la gente que de verdad quiere aprender y entender que las diferencias no son lo que nos define.
Al avanzar por las diferentes y pequeñas fichas técnicas, se explica poco a poco las distintas discapacidades que pueden tener las personas; entre ellas ser sordo y no entender lo que dicen o simplemente no poder comunicarse con otras personas.
Ésto se muestra al entrar a un cuarto lleno de fórmulas matemáticas que pocas personas pueden entender e interpretar. En una pared del cuarto, hay un video de una señora explicando cómo la sociedad no es capaz de poder ofrecer servicios a personas con su misma discapacidad.
Poco a poco, el corazón de las personas en la exposición se va haciendo pequeño, sonidos, fotos e información de lo que ciertas personas viven en su día a día. Obstáculos que para ciertas personas no son gran cosa, pero a ellos los perjudica de una manera u otra, como pueden llegar a ser la falta de los accesos con rampas para sillas de ruedas.
Imágenes, videos y algunos comentarios de gente que tiene alguna discapacidad, rompen un poco el corazón de las personas que van a esta exposición. Discriminación, ignorancia, son palabras que resuenan en las mentes.
Pero como lo muestra esta exhibición, esta gente -que podrían las personas creer que son incapaces- pueden hacer lo que se propongan, porque son karatekas, artistas, actores, madres, emprendedores, deportistas o simplemente son niños. Son personas con un gran corazón y una increíble manera de perdonar.
En El 8vo queremos invitarte a visitar esta muestra que está en el Museo de Memoria y Tolerancia. El boleto cuesta 45 pesos o 15 con credencial de estudiante o de la tercera edad.
El edificio no tiene estacionamiento, pero hay dos muy cerca; uno en Bellas Artes, otro atrás del museo que te hace descuento si vienes del museo. No te pierdas la oportunidad de abrir tu mente y corazón.
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