El 8vo: Quinta Edición
Columna por Victoria Sanfrey
Mucho se ha hablado sobre las películas animadas, ya sea por los diferentes autores, estilos o las tecnologías que convergen para que existan estas maravillosas expresiones artísticas.
Cuando pensamos en animación nos vienen a la cabeza recuerdos de infancia, canciones pegadizas, personajes y colores; pero en verdad esta forma de hacer cine no es ni única ni necesariamente para infantes.
El monopolio de la industria inclina a creer que la animación es una forma de entretener mayormente a los más jóvenes; pero fuera del mundo pixar hay un sin fin de propuestas de animación en todo el mundo. Tal es el caso de los estudios Ghibli en Japón, Cartoon Saloon en Irlanda, o Animex Producciones, aquí mismo en México.
Cómo cualquier manifestación artística, el cine animado también es una proyección, de valores estéticos, de corrientes artísticas; un ejemplo claro es la película de 1973 La planète sauvage de René Laloux que fue concebida bajo la técnica bidimensional cut-out, próxima al stop motion. Esta película fue realizada con la estética surrealista de Roland Topor, aunque hablamos, por supuesto, de un surrealismo tardío.
Pero, ¿por qué si tenemos este cine tan maduro, creemos que la animación es para niños? Recordemos que los dibujos animados comenzaron incluso antes que el cine, en 1834, con el zootropo de Emile Raynaud; aunque hasta ese momento consistía sólo en imágenes en movimiento y no necesariamente en una narrativa temporal como lo conocemos ahora.
Pocos años después, en 1877 Reynaud mejora su invento y crea el Praxinoscopio, que propone la proyección en el museo Grévin en París, de estas presuntas narrativas.
Es en Estados Unidos donde se consolida el primer largometraje de alta duración, que ustedes ya conocerán: Snow White and the Seven Dwarfs, en 1937 producida por The Walt Disney Company y dando pie a lo que Carmen Cantillo denomina “Disneyzación de la cultura infantil”.
Al hablar de cine animado, su comienzo, progreso, su posición en el mercado incluso en el presente, no podemos desligarnos del “oligopolio mediático” que es Disney, y al tratarse de un monopolio del cine no podemos negar que Disney es la mayor productora de audiovisuales infantiles, apropiándose en gran mayoría de esa audiencia y generando esta colisión entre animación y niños.
No es necesario hablar de todos los éxitos Pixar, ni la intención es demeritar la belleza técnica, estética o narrativa de estos filmes. Para todo esto, El 8vo ha decidido abrir la columna “Animación para Grownups” con la intención de dedicarle un espacio al cine animado de todo el globo cada semana y discutir sobre todos los detalles que convierten estas proyecciones en maneras únicas de concebir nuestro universo, o incluso de crear uno nuevo.
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